lunes, 28 de mayo de 2012

Leuca. Un finisterre.

                                                                                                                      Mar





Leuca. Un finisterre.







Texto de Serena Giaccari de IV° A INTERNAZIONALE.

Curso 2011/2012





















                                                      Basílica Santa Maria De Finibus Terrae








Historia


Perla del extremo sur de Italia, Leuca se encuentra en una costa donde se alternan acantilados y tramos de arena (pequeñas calas). Las numerosísimas cuevas que hay en su territorio tienen un gran interés histόrico y naturalista y los fondos marinos son un paraíso para el turismo submarino. El interior de esta tierra está lleno de historia y cultura, con paisajes maravillosos dignos de ser admirados y suntuosas y coloreadas villas del siglo XIX, que se asoman al mar.

Sus orígenes son antiquísimos. Le han atribuido sea edades distintas, sea fundadores diferentes. Según algunos, habría sido fundada por los Acareni (un pueblo de origen griego); según otros, por los Filisteos o también por los Fenicios. Su origen histόrico está envuelto en numerosas leyendas que han contribuido a dar a esta tierra la imagen de un lugar maravilloso y de fantasía legendaria. De hecho, un fresco del siglo XVII, situado sobre una boveda de la sacristía de la Iglesia de S. Juan Bautista de Parabita, parece contar cómo eran y cómo venían vistas en aquel momento las zonas costeras del Salento: Gallipoli, Castro, S. Isidoro y también Leuca, de la cual se reconoce el promontorio con el santuario rodeado por algunas casas. Lo que sorprende mayormente de este fresco es la representaciόn de una sirena con dos colas y con los ojos cerrados (quizás muerta) que flota sobre el mar.



Curiosidades    


Existen diversas teorías sobre el origen del nombre. Leuca deriva del griego Leukòs que significa blanco. La razόn que condujo a nuestros antepasados a utilizar este nombre no es segura. Puede haber influido el color de las casas o el efecto del sol que iluminaba la tierra en las primeras luces del alba o también la espuma del mar que golpeaba las rocas. En cuanto al origen de la primera parte del nombre, Santa María, parece ser cristiano. Una leyenda dice que en el lugar donde hoy se encuentra el Santuario, antes existía un templo dedicado a la diosa Minerva y que este templo decayό con la aparición de S. Pedro, que venía de Oriente y se dirigía a Roma para predicar la palabra de Dios, desembarcando precisamente en Leuca.





Edificios significativos


- Santa María de Leuca es famosa sobre todo por las villas del siglo XIX, construidas según diferentes estilos pero todas unidas por la presencia de elementos comunes: una zona ajardinada, como si fuera un parque en la parte anterior de la villa. Un jardín utilizado para el cultivo de hortalizas y fruta en la parte posterior, una capilla privada en cuyo interior se conserva una imagen de la Virgen, un pozo para la recogida del agua potable, un establo para los caballos y un espacio para estacionamiento de las carrozas. Además, las casas que estaban cerca del mar, poseían también una especie de cabañas o casetas de playa, llamadas ‘bagnarole’, donde las mujeres gozaban del mar durante los meses de verano sin ser vistas por la gente del pueblo.

- Entre los lugares de culto que se encuentran en Santa Maria de Leuca destaca la Basílica Santa Maria De Finibus Terrae. Construida entre 1720 y 1755 sobre el promontorio Japigio y sobre las ruinas del templo dedicado a la diosa Minerva, de la que se conserva un antiguo altar; la iglesia tiene una única nave y custodia en su interior un hermoso altar mayor, donde podemos observar una pintura de la Virgen con el Niño de Jacopo Palma, el Joven.

- Por otra parte, las grutas, que son accesibles por mar o por tierra, hacen de la costa de Leuca una de las más hermosas del Salento. Las más notables son la gruta Porcinara, uno de los más importantes santuarios del antiguo mundo mediterráneo dedicado a Zeus y que custodia en su interior numerosas inscripciones griegas y latinas así como numerosas cruces esculpidas que podemos atribuir al período paleocristiano; y la gruta del Diablo, que custodia en su interior diferentes restos que pertenecen al neolítico.






                                                                 Gruta del Diablo





Tradiciones


El culto de la Virgen en Leuca tiene raíces muy antiguas. Según la leyenda fue San Pedro, en su viaje hacia Roma, quien consagró a la Virgen el templo de la diosa Minerva. A partir de ese momento Leuca se convirtió en un lugar de peregrinaciόn famoso en toda Europa. El 15 de agosto, día de la Asunciόn de María al cielo, se celebra la fiesta de la Virgen. Por la tarde tiene lugar una majestuosa procesiόn por mar: la imagen de la Virgen es llevada al puerto y es embarcada en una barca de pescadores, acompañada por autoridades civiles y religiosas, por músicos y seguida por muchas barcas, grandes y pequeñas, que la siguen en su camino hacia la bahía de San Gregorio  para volver después al puerto de Leuca.

















                                                                                                           Villa



                                                                            Mar






Villa





















                                                                Mar - Punta Meliso

















                                                                                                          Villa










BIBLIOGRAFÍA

www.leuca.info
www.letresorelle.it
www.fotocommunity.it
www.dondialetto.it
www.fotografieditalia.it
www.salento.it
www.insighttravel.it































Inocencia y humanidad perdidas. Dos poemas, dos poetas: F. García Lorca y A. Machado.

Inocencia y humanidad perdidas.         
                                                      
Dos poemas, dos poetas: F. García Lorca y A. Machado.





FEDERICO GARCÍA LORCA: “Romance de la luna, luna”, de Romancero gitano

La luna vino a la fragua
con su polisón de nardos.
El niño la mira, mira.
El niño la está mirando.
En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.
-Huye, luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,
harían con tu corazón
collares y anillos blancos.
-Niño, déjame que baile.
Cuando vengan los gitanos,
te encontrarán sobre el yunque
con los ojillos cerrados.
-Huye, luna, luna, luna,
que ya siento sus caballos.
-Niño, déjame; no pises
mi blancor almidonado.
El jinete se acercaba
tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua el niño
tiene los ojos cerrados.
Por el olivar venían,
bronce y sueño, los gitanos.
Las cabezas levantadas
y los ojos entornados.
Cómo canta la zumaya,
¡ay, cómo canta en el árbol!
Por el cielo va la luna
con un niño de la mano.
Dentro de la fragua lloran,
dando gritos, los gitanos.
El aire la vela, vela.
El aire la está velando.

ANTONIO MACHADO: “La muerte del niño herido”, soneto de Poesías de la guerra (1936-1939)

Otra vez en la noche… Es el martillo
de la fiebre en las sienes bien vendadas
del niño. –Madre, ¡el pájaro amarillo!
¡Las mariposas negras y moradas!
-Duerme, hijo mío. –Y la manita oprime
la madre, junto al lecho. –¡Oh, flor de fuego!
¿quién ha de helarte, flor de sangre, dime?
hay en la pobre alcoba olor de espliego;
fuera, la oronda luna que blanquea
cúpula y torre a la ciudad sombría.
Invisible avión moscardonea.
-¿Duermes, oh dulce flor de sangre mía?
El cristal del balcón repiquetea.
-¡Oh, fría, fría, fría, fría, fría!

Los poemas que vamos a analizar y comparar pertenecen a la obra poética de dos de los autores más influyentes de toda la literatura española y mundial, es decir, F. G. Lorca y A. Machado.
El poema “La muerte del niño herido”, de Antonio Machado nos parece que tiene varios puntos en común con “El romance de la luna, luna”, de Federico García Lorca.
En efecto, la obra de Machado ha sido siempre uno de los puntos de referencia incuestionable para la evolución artística de Lorca. Según el hispanista Ian Gibson: “Federico García Lorca, sin Antonio Machado, no sería el artista que hoy conocemos”[1]. Sin embargo, el influjo fue mutuo. Lorca se interesó por la obra del poeta sevillano a partir de 1919, año en el que se trasladó a la Residencia de Estudiantes de Madrid, donde entró en contacto con muchos de los autores de la Generación del 98. (Éste fue un grupo literario que tomó su nombre en alusión a la fecha de la pérdida de las últimas colonias españolas y que propuso la renovación estética de la literatura anterior y la regeneración socio-cultural del país).                                                    
Lorca -que, sin embargo, pertenece a la generación del 27- intentó también la renovación estética de la poesía y del teatro, junto con otros componentes de su grupo, teniendo en cuenta las innovaciones aportadas por las vanguardias, aunque sin olvidar la importancia de la tradición literararia española.
En 1916, durante su primer viaje a Baeza, el joven Lorca tuvo la oportunidad de conocer al ya consagrado poeta de la “palabra esencial en el tiempo”, que había llegado a esta ciudad cuatro años antes, como catedrático de Lengua Francesa en el Instituto de Baeza.
Este encuentro dio lugar a una respetuosa amistad entre Machado y Lorca, subrayada por el influjo fundamental que algunos aspectos de  la obra machadiana tuvieron en la poética de Lorca, y, por otra parte, por el afecto que Machado le demostró a Lorca, evidente en el poema “El crimen fue en Granada”, dedicado a Federico García Lorca tras su asesinato a principios de la Guerra Civil, donde Machado retoma la estética lorquiana como homenaje al gran escritor andaluz.
                          


       Miguel Rodrigues - MIRADA




















Analizaremos “La muerte del niño herido”, soneto publicado en 1938, perteneciente al poemario Poesías de la guerra, escrito por Machado poco antes de su exilio en Francia, y el lorquiano “Romance de la luna, luna”, que forma parte del Romancero gitano, obra de 1928, símbolo de la perfecta convivencia entre tradición y vanguardia, dentro de la obra del escritor andaluz.
Ambas obras tratan de la muerte de un niño; de hecho, el tema central de los poemas es la muerte, la misma muerte de España, causada, a ojos de los intelectuales, por la Guerra Civil.
Tanto Machado como Lorca pertenecieron a la tradición republicana y liberal del primer tercio del siglo XX en España; pero con la independencia ideológica que implica la particular angulación del artista. Ambos colaboraron con la República, a pesar de que lo hicieron de forma distinta, según las circunstancias de su vida y según su forma de ser. Y así, mientras que el poema de Machado se centra más en la crueldad de la guerra y en su sinrazón, Lorca subraya el carácter más intimista y dolorido de la muerte, que es proyección universal y cósmica de la inexorabilidad y del sentido trágico de la vida.
Las semejanzas entre los dos poemas son muy visibles en el léxico y en los símbolos escogidos, reflejo del influjo mutuo entre los dos poetas. Entre las características e imágenes comunes más notables, destacamos: 

- Importancia de la rima y de los signos de puntuación


·        “El romance de la luna, luna” sigue las reglas del romance tradicional: los versos impares quedan sueltos, mientras que los pares riman en asonante.
En este poema, Lorca aspira a transmitir al lector el profundo dolor que causa la muerte de un niño, en medio de un mundo de marginación y pena, gracias a unos enunciados exclamativos (“Cómo canta la zumaya, / ¡ay, cómo canta en el árbol!”).
En Machado, el soneto se compone de dos serventesios (no son dos cuartetos y esto podría ser un resabio de su época modernista) y dos tercetos de rima encadenada.
En esta composición, no obstante el respeto casi fiel de las reglas clásicas, el autor se sirve de una rima muy compleja que tiene su origen en una búsqueda elaborada y cuidadísima. Si analizamos los fonemas a partir de las sílabas tónicas, podemos notar cómo las terminaciones de las palabras que riman tienen un significado escondido y, a veces, oculto.
En los versos 2 y 4, la rima “adas” alude en su sonoridad a las ‘hadas’, es decir, los seres fantásticos y etéreos, que, en los cuentos para niños, se presentan con forma de mujeres hermosas, dotadas de poderes mágicos. La dimensión onírica ligada a estas criaturas legendarias, hace referencia a una temática vital en el siglo XX, o sea, el sueño, definido por las vanguardias (sobre todo por el surrealismo) como el funcionamiento real del pensamiento. En los tercetos, en la misma línea subrayamos la rima en “ea” (sonido de exhortación de las nanas), donde se conjugan la vigilia y el sueño, la vida y la muerte.
En los versos 6 y 8, la rima “ego” alude a los estudios del médico y filósofo Freud, que elaboró el concepto de “ego”, el cual representa la instancia psíquica que aparece como mediadora entre el Ello (el conjunto de las pasiones y de los deseos), y el Superyó (la internalización de las normas, reglas y prohibiciones parentales). En este soneto, en la mente del niño delirante, la dimensión dominante es la inconsciente (el Ello), causa de la falta de cualquier tipo de cognición de la realidad y de la ausencia de cualquier pensamiento coherente. El niño está agonizando, está delirando, no es consciente.
Todos estos sonidos trastocan la realidad y la última rima, la rima en “ía”, que se transforma en un eco en el último endecasílabo, rompiendo todo equilibrio, es como el grito de dolor conclusivo, el desgarro que supone la muerte de un niño. El grito no es el dolor de siempre, el de la costumbre, el de una vida normal, el “¡ay!” tradicional, sino algo mucho más deshumano que invierte los términos de la misma vida, que da paso a la violencia. 

·        - La luna, que se convierte en un símbolo de muerte y que, a raíz de una obsesión por el tiempo, representa la circularidad y el eterno retorno, tanto en Lorca (“mueve la luna sus brazos”, metáfora de las fases lunares), como en Machado (“Otra vez es la noche...”). Tiempo e iconografía perfectamente conjugados, dando paso a una complejísima metáfora lorquiana, que supera la tradicional imagen que presenta la luna en la historia de la literatura, donde la luna es frecuentemente protagonista de numerosas composiciones. Su tenue resplandor en la oscuridad de la noche, su fulgor misterioso y su mudable esencia y forma han inspirado por siglos a músicos, escritores y artistas; su influencia ha sido notable en el terreno poético (en autores como John Keats, Giacomo Leopardi, Rosalía de Castro), pero cabe analizar su papel en la obra de Lorca.
En la mayoría de los poemas que pertenecen al Romancero gitano, como en otras obras lorquianas posteriores a esta, como por ejemplo en la tragedia Bodas de sangre, la luna adquiere un sentido nefasto: es símbolo de muerte, de fatalidad, de frialdad, de soledad.
Esto es particularmente evidente en el romance analizado, en el que hay una personificación de la luna, dotada de atributos femeninos, cuya caracterización activa (“la luna vino a la fragua”, “ mueve la luna sus brazos”) se opone a la actitud contemplativa del niño que “la está mirando”. La luna es un ser aristocrático, distante, seguro de sí, indiferente a los deseos del niño; la expresión “blancor almidonado” es una sinestesia de gran densidad retórica, en que el elemento visual (el blancor) y el componente táctil (almidonado) se funden, para indicar el vestido de la luna. La doble realidad sinestésica y la escisión de dos mundos que conduce, al final, a un solo un mundo: el de la vida que lleva a la muerte.
Aunque en obras anteriores, entre las que destacamos Libros de poemas y Canciones, Lorca pinta una imagen menos funesta de la luna, asociada a los juegos infantiles del “paraíso perdido” de su niñez, a medida que pasan los años, la luna va adquiriendo matices cada vez más funestos.
Por su parte, la luna en Machado, que es un elemento recurrente en su obra, casi siempre tiene un matiz negativo, y, junto con el agua, simboliza el fluir del tiempo. La metáfora de la vida como movimiento continuo se inspira en la filosofía de Bergson, según la cual los estados de conciencia se funden y se organizan en una unidad que no es espacial, sino duración. Para Machado, la vida se forma y desaparece también en el mismo instante.




·        - Alternancia y contraste entre blanco y negro, entre luz (“su polisón de nardos”, “la luna”, “collares y anillos blancos”, “mi blancor almidonado” en Lorca, “la luna que blanquea” en Machado), y oscuridad (“ojos cerrados”, “bronce y sueño” en el “Romance de la luna, luna”, “Mariposas negras y moradas”, “la ciudad sombría” en “La muerte del niño herido”).
En Machado, la luz blanca de la luna, símbolo a la vez de muerte y fecundidad, se opone y se une a la expresión “flor de fuego” y “flor de sangre”, que alude a la cancelación de la esperanza de la madre (la flor como alegoría primero de la bomba y después de la sangre del niño, efecto de la bomba), y, al mismo tiempo, es emblema de muerte y tragedia.
En F. G. Lorca, el “bronce” de la piel de los gitanos, simboliza el color del suelo del territorio andaluz, pues hay una proyección del pueblo gitano en su propia tierra (“Por el olivar venían”).

·         - Equilibrio entre tradición e innovación. 
      En el poema de Lorca, el autor, valiéndose de una forma expresiva típica de la literatura popular española, el romance, introduce también elementos de vanguardia. Aquí, como en el romance tradicional, hay una alternancia y fusión entre narración (introducida por el verbo “vino”), y diálogo, que se corresponde con el doble carácter del poema, en el que se entremezclan un contenido narrativo y anecdótico y otro sentimental y lírico. Otro elemento tradicional también pero que retoman las vanguardias consiste en pasar al estilo directo sin un verbo enunciativo que sirve de puente, con el diálogo que se interrumpe.
Otro elemento tradicional es el recurso a la repetición de palabras (“mira, mira”, “luna, luna”, “vela, vela”), que no es sólo un motivo retórico, sino temático, ya que contribuye a la creación de una atmósfera contemplativa. Esta repetición le sirve a Lorca para trastocar la realidad, para envolverte en la magia del mito, para hacerte leyenda.
Para corroborar el desorden temático, Lorca utiliza también hipérbatos, que alteran el orden sintáctico de la oración (“harían con tu corazón / collares y anillos blancos”, “ Dentro de la fragua lloran, / dando gritos los gitanos”), muchas personificaciones (el aire que representa a la conmoción del pueblo gitano), símbolos de su gran riqueza poética, y metáforas, como la del “bronce y sueño”, referida al color de la piel y a la condición mágica de los gitanos.
Estos dos sustantivos, tan diferentes semánticamente, se unen para formar una imagen que se aleja del mero significado de las palabras. En esta metáfora, se funden dos dimensiones: una material, que presenta a los gitanos en actitud casi estatuaria (bronce) -y la realidad, su vida real-, y otra espiritual, mítica y legendaria (sueño) -el deseo, la aspiración del pueblo gitano[2].    
El gitano representa los impulsos naturales, es prototipo de hombre libre; sin embargo, su intento de adaptación a la sociedad fracasa, y él sucumbe a su destino trágico.
De hecho, este romance es un manifiesto de protesta social ante la pena y la marginación a las que el pueblo gitano está condenado.
Otra metáfora de relevancia capital es la del verso 2 (“con su polisón de nardos”).
Esta imagen está estructurada en distintos  niveles, por los que la luna adquiere una significación polivalente: la palabra “nardos” indica una matización de color, el blanco, que corresponde a la luminosidad de la luna, pero que se refiere también a la corona de flores utilizada durante las ceremonias fúnebres; la palabra “polisón” (o sea, la armazón que las mujeres aseguraban a la cintura para ensanchar los vestidos por atrás) aquí sugiere, además de esta costumbre burguesa del siglo XIX, la propia forma abombada de la flor, pero puede también hacer referencia a un fenómeno de la naturaleza, o sea, el resplandor lunar.
Machado, por su parte, en su soneto utiliza muchos encabalgamientos (en los versos 1, 2, 5) y exclamaciones, que contribuyen a la ruptura del ritmo, a la ruptura de la armonía que debería comportar el uso de esta composición y que nos ayudan a sentir con mayor intensidad el sufrimiento que intenta transmitir el poeta.
Por ejemplo, el último verso, endecasílabo que rompe con cualquier orden, está truncado por el grito de dolor de la madre que se repite cinco veces. Además de referirse a la manita del niño, el adjetivo “fría” expresa el sufrimiento de la madre. En otro orden de cosas, este verso es, en verdad, el resumen del poema: por una parte, “Oh” que es un perfecto icono de una bomba (está claro que el niño muere después de haber sido herido en un bombardeo) y, por otra, la palabra “fría”, que no sólo es el repetido grito de dolor del que se habla arriba sino también el estado real al que conduce la bomba, es decir, el cuerpo muerto, frío.
Como en el “Romance de la luna, luna”, también en el soneto de Machado hay una alternancia entre descripción y discurso directo; el diálogo reproduce las palabras de la madre y del hijo. No obstante esto, estamos en un ámbito de comunicación en el que los interlocutores no intercambian informaciones, sino que hay una barrera entre las interrogaciones hondamente doloridas de la madre (“¡Oh, flor de fuego! / ¿quién ha de helarte, flor de sangre, dime?”) y los delirios febriles del niño (“Madre, ¡el pájaro amarillo! / ¡Las mariposas negras y moradas!”). Las alucinaciones del niño se reflejan en la imagen del verso 11 (“Invisible avión moscardonea”, imagen del bombardeo real), que indica una condición de desorden y que, junto a la luminosidad de la “oronda luna que blanquea” y a la oscuridad de la “ciudad sombría”, crea un cuadro trágico e infausto.
La resonancia de Jorge Manrique se deja sentir (su influjo es evidente en temas como la fugacidad de la vida, el poder inexorable de la muerte), pero sólo en medida suficiente para evocar la gran tradición literaria española.
Y para eso, el poeta utiliza un léxico popular, pero, al mismo tiempo, lleno de connotaciones oscuras y negativas (“noche”, “negras”, “moradas”, “sombría”, “fría”).  

·          - Otro factor fundamental es la importancia de lo español frente a lo universal.
Cabe subrayar el hecho de que ambos autores nacieron en Andalucía a finales del siglo XIX,
ya que existe una evidente y concreta vinculación entre la obra de los poetas andaluces y sus respectivos lugares de nacimiento.
La Andalucía de Lorca (considerado el “Andaluz ejemplar” por Pedro Salinas) es la Andalucía del campo (“Por el olivar...”), de sus gentes, de su tierra, vehículo, sin embargo, de valores universales.
El Lorca del Romancero gitano revela una intensa y profunda relación con su tierra natal.
El poeta estiliza el mundo gitano y toda Andalucía, vista desde una perspectiva irreal, fantástica y mítica. El baile de la luna
hace referencia a la tradición de las danzas medievales de la muerte y a su resonancia en el arte plástico y en la literatura. Aquí, el mito se mezcla con la lucha y el drama de Andalucía.
En cambio, en Machado, el paisaje tiene un carácter más reconocible o identificable, en el sentido en que aparecen breves toques líricos y emotivos, por lo que se llena de subjetividad. En efecto, la descripción está ligada a un cierto simbolismo y a una dimensión intrahistórica de la muerte: elementos del campo entran en la habitación (“Hay en la pobre alcoba olor de espliego”, “el lecho”), dando al espacio una dimensión de desvalido, de ausencia, de esencialidad; la esencialidad que implica la muerte.
En este soneto, el poeta se encuentra con la locura del bombardeo, (“flor de fuego”,  “Invisible avión moscardonea”), el color del fuego y el ruido de los aviones trastoca el espacio; es un paisaje en desorden, que ve con ojos muy críticos. (Sabemos que escribe el poema en Valencia, donde se traslada, cuando se traslada el gobierno republicano). Machado, que durante la Guerra Civil se convierte en defensor de la España republicana, presenta una dura visión de la sociedad española, desde una ideología abiertamente progresista.
Por otra parte, aunque su llegada a Baeza supuso un reencuentro con su tierra de origen, el poeta sevillano, es, en realidad, “el poeta de Castilla”, ya que el paisaje castellano es una de las notas más características de su hacer poético y será el reflejo de su mundo interior.


                                                       Miguel Rodrigues - FLORENCIA 2011

En conclusión, podemos decir que, en ambas obras, aparece una historia dentro de la historia: en Lorca, la tragedia del niño es la proyección del dolor y del sufrimiento del pueblo gitano, símbolo mítico del conflicto entre primitivismo y civilización, entre libertad y esclavitud.  El poeta se centra en el dolor de una infancia perdida, de una inocencia perdida, en la reivindicación humana, en sentido socio-político-cultural, frente a la muerte.
En Machado la dimensión intrahistórica del sufrimiento de una madre al perder a su hijo está ligada a una crítica amarga de lo español y de la Guerra Civil, causa de miseria, de dolor y de muerte. En efecto, la muerte del niño se puede interpretar como una metáfora de la tragedia que supuso para España la Guerra Civil española: la muerte de España como la muerte de los valores de la humanidad.
Inocencia y humanidad perdidas.



Veronica Schifano
V B Internazionale
Curso 2011/2012




[1] [GIBSON I. (2006). Ligero de equipaje, Madrid, Aguilar Editor].
 
[2] Aquí nos viene a la memoria la obra de Luis Cernuda, otro gran poeta andaluz también de la Generación del 27, la generación de Lorca













domingo, 27 de mayo de 2012

Circularidad y poesía en el "Romance sonámbulo" de Lorca


CIRCULARIDAD Y POESÍA EN EL ‘ROMANCE SONÁMBULO’ DE LORCA


Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
ella sueña en su baranda,
verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas la están mirando
y ella no puede mirarlas.

Verde que te quiero verde.
Grandes estrellas de escarcha
vienen con el pez de sombra
que abre el camino del alba.
La higuera frota su viento
con la lija de sus ramas,
y el monte, gato garduño,
eriza sus pitas agrias.
Pero ¿quién vendrá? ¿Y por dónde…?
Ella sigue en su baranda,
verde carne, pelo verde,
soñando en la mar amarga.

-Compadre, quiero cambiar
mi caballo por su casa,
mi montura por su espejo,
mi cuchillo por su manta.
Compadre, vengo sangrando,
desde los puertos de Cabra.
                                                     -Si yo pudiera, mocito,
este trato se cerraba.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
-Compadre, quiero morir,
decentemente en mi cama.
De acero, si puede ser,
con las sábanas de holanda.
¿No ves la herida que tengo
desde el pecho a la garganta?
-Trescientas rosas morenas
lleva tu pechera blanca.
Tu sangre rezuma y huele
alrededor de tu faja.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
-Dejadme subir al menos
hasta las altas barandas;
¡dejadme subir!, dejadme,
hasta las verdes barandas.
Barandales de la luna
por donde retumba el agua.

Ya suben los dos compadres
hacia las altas barandas.
Dejando un rastro de sangre.
Dejando un rastro de lágrimas.
Temblaban en los tejados
farolillos de hojalata.
Mil panderos de cristal
herían la madrugada.

Verde que te quiero verde,
verde viento, verdes ramas.
Los dos compadres subieron.
El largo viento dejaba
en la boca un raro gusto
de hiel, de menta y de albahaca.
--¡Compadre! ¿Dónde está, dime?
¿Dónde está tu niña amarga?
¡Cuántas veces te esperó!
¡Cuántas veces te esperara,
cara fresca, negro pelo,
en esta verde baranda!

Sobre el rostro del aljibe
se mecía la gitana.
Verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Un carámbano de luna
la sostiene sobre el agua.
La noche se puso íntima
como una pequeña plaza.
Guardias civiles borrachos
en la puerta golpeaban.
Verde que te quiero verde,
verde viento, verdes ramas.
El barco sobre la mar.
Y el caballo en la montaña.




LOCALIZACIÓN
El poema, escrito por Federico García Lorca, pertenece al famoso Romancero Gitano, publicado en 1928. Es una de las manifestaciones más altas y apreciadas de la poesía lorquiana, en la que lo culto y lo popular se conjugan armónicamente.

TÍTULO
El título Romance Sonámbulo que podría aludir a lo onírico, y por esta vía, a la corriente surrealista que, en parte también afectó a Lorca, connota sobre todo desde el principio las nociones de “sueño” y de “sombra” y esto sería la vertiente culta. Por otra parte, en particular el término “Romance” nombra un género poético tradicional, emparentado con una una vertiente popular: la épica de los cantares de gesta y el Romancero.
A la vez, el término “Sonámbulo” pertenece al campo semántico de la noche o de madrugada y, por tanto, podemos afirmar, aunque de manera vaga, que se trata de un suceso o de unos sucesos acaecidos en la madrugada o en la noche.

TEMA
El poema plantea el tema del amor ideal y frustrado que desemboca en la muerte, el único antídoto contra el dolor. Conviven, en el alma de la gitana protagonista, Eros y Thanatos, respectivamente las pulsiones de vida y de muerte, que escanden la dimension psíquica y biológica de cada ser humano.

RESUMEN
El poema trata de una gitanilla que está asomada a su baranda, aguardando a su amado, un contrabandista malherido perseguido por unos guardias civiles, con la esperanza de volver a verlo. El joven le propone al padre de la amada que le cambie su caballo, cuchillo y montura por un cobijo, pero éste no dispone de nada, ya que la espera de su “niña” ha hecho que sus posesiones le resulten extrañas. Los dos hombres suben hacia la casa, apesadumbrados e incluso llorando. La gitana va a suicidarse: al principio se ve su cara reflejada en el agua, pero al final es ella la que está flotando sobre el agua. El padre le cuenta al gitano cuánto tiempo estuvo esperándole su hija aunque no llega a culparle de su muerte. Más tarde, llegan unos “guardias civiles borrachos”, aunque no se sabe muy bien por qué vienen, es como si apareciesen en un lugar que no les corresponde. Y esto precisamente carga de significado a esta institución, en el sentido de que, si están en un lugar impropio y además “borrachos”, poco orden podrán poner con sus acciones, con lo que el descrédito es patente.

ESTRUCTURA DEL TEXTO
Concretamente, el texto se puede dividir en seis partes. En la primera estrofa  (vv. 1-12)  el poeta presenta un paisaje que está lleno de símbolos, destaca el color verde y la luna gitana, signos del amor.
En la segunda estrofa (vv.13-24)  se continúa con la descripción del ambiente en el que se va a desarrollar el amor entre los dos jóvenes, al verde se le introducen elementos como las ramas o el monte. En esta parte también aparece la amada preguntándose, asomada en su baranda, quién vendrá y por dónde, mientras sueña con la mar amarga,  con el elemento negativo.
En la tercera estrofa (vv.25-52)  es el amante quien interviene, le pide a su compadre que le dé las bendiciones -él ya está herido de muerte- para irse con su amada, pero el compadre le dice que él ya no es ni siquiera él ni su casa es su casa. La muerte está cerca y pide morir en su cama, pero sabe que eso ya no puede ocurrir y se conforma con subir hasta su baranda, desde donde pueda ver por última vez a su amada.
En el cuarto grupo de versos (vv.53-60) los dos compadres suben hasta las altas barandas, sin embargo en el camino van dejando un gran reguero de sangre que va hiriendo hasta la madrugada.
En la quinta parte (vv.61-72)  los compadres han llegado ya a la alta baranda y el amante moribundo le pide a su amigo que le enseñe dónde está su amada, aquella que tantas veces esperó su llegada.
En la última estrofa (vv.73-86) el amante muere, ese amor se vuelve a frustrar y la amante ya no volverá a esperar a ese amor que ha desaparecido.
 
COMENTARIO ESTILÍSTICO
El análisis del texto nos evidencia que éste empieza con cuatro versos que resultan ser su estribillo fundamental, o su eje. En el principio, se nos ofrece un mundo en orden: la naturaleza es verde como debe; el barco y el caballo están, igualmente, donde les corresponde: el barco sobre la mar y el caballo en la montaña. Pero inmediatamente vienen unos versos que niegan tan optimistas afirmaciones: hay una muchacha que sufre, y el caballo y ese barco que en un instante inicial significan, “mundo en orden”, después pasan a ser “contrabando”.
Cabe señalar el diálogo entre los dos hombres, nudo de todo el poema. Dividimos, de un lado, lo que caracteriza la vida del compadre; y de otro, lo característico del joven:


MUNDO DEL PADRE


MUNDO DEL JOVEN

casa
====
caballo
espejo
====
montura
manta
====
cuchillo
          morir decentemente en la
        cama de acero con 
        las sábanas de holanda.
====
venir sangrando desde los
puertos de Cabra; la herida
desde el pecho a la garganta;
la sangre que rezuma y huele
alrededor de la faja.

El protagonista, el joven, quiere cambiar lo suyo por lo que caracteriza la vida del compadre, con lo que ya se expresa la frustración; desear un cambio implica no estar contento con lo que se tiene y eso de alguna manera indica malestar.
 Con respecto a las técnicas se puede evidenciar la circularidad de todo tipo, a lo largo del poema. La circularidad que implica la epanadiplosis del primer verso, que se repite ahí y allí en el poema. El uso exhaustivo y complejo que hace Lorca de las metáforas, subrayamos esta con sentido tan circular -"Bajo la luna gitana, / las cosas la están mirando / y ella no puede mirarlas"-, que contiene, a su vez, una personificación y una metáfora de la muerte: si “ella no puede mirarlas” ya está muerta (la luna, como en el Romance de la luna, luna). "Grandes estrellas de escarcha ", es una referencia al amanecer en el campo, es una forma muy bella de describir el rocío fresco y de proyección de lo telúrico hacia el firmamento, corroborando lo circular del poema. "Trescientas rosas morenas / lleva tu pechera blanca", se trata de una metáfora que, a la vez, es una hipérbole referida a la sangre que mana de la herida del contrabandista."Temblaban en los tejados / farolillos de hojalata", otra referencia a la madrugada y al rocío, otra personificación. "Sobre el rostro del aljibe, / se mecía la gitana", hace referencia a la superficie del estanque, donde flota el cuerpo de la muchacha, que parece moverse (mecerse) con el viento, otra personificación. La naturaleza, en Lorca, que siente, se humaniza...
Subrayamos también la presencia de anáforas -la anáfora, como forma de repetición que implica esencialmente circularidad- en los dos primeros versos, también en “Dejando un rastro de sangre / Dejando un rastro de lágrimas”, por poner un ejemplo porque hay muchas a lo largo del poema.
El políptoton -variante como repetición- es frecuentemente utilizado por Lorca en este romance, otro ejemplo aparece en los versos once y doce, con “mirando” y “mirarlas” lo mismo ocurre con “esperó” y “esperaba” en “Cuántas veces te esperó / Cuántas veces te esperaba”.
Hay una anadiplosis en “hasta las verdes barandas / Barandales de la luna”. También encontramos aliteraciones en muchos versos, especialmente con el sonido de la ‘v’, con el de la ‘s’ y en alguna ocasión con la ‘y’.
Se aprecia una hipérbole en “Ya suben los dos compadres / hacia las altas barandas” así como en “El largo viento, deja en la boca un raro gusto”.
           
Lo patético de todo el poema se expresa, finalmente, en los dos últimos versos (El barco sobre la mar. / Y el caballo en la montaña), por la confrontación de desorden / orden, es decir, el mundo (vuelto) verde / el mundo de las cosas en su lugar (barco - mar, caballo - montaña), lectura que induce a pensar en otro gran poeta de otros tiempos, al proponernos “lo cierto” del mundo que permanece después de su muerte.

COMENTARIO CRĺTICO
Como en todos los romances, en el Romance Sonámbulo hay una narrativa corta que empieza in media res, es decir el poema empieza contando, sin ninguna introducción.
La imagen del “verde” que abre y cierra el poema, presenta un simbolismo polivalente:
El verde lorquiano, teñido de tintes trágicos, es el color de la muerte y del erotismo, todo lo envuelve, todo se vuelve verde. Para Gustavo Correa “el verde está relacionado con el color que suelen tener los gitanos de Garcia Lorca”. Arturo Brea cree que el verde de la gitana tiene su origen en el “verdín flotante en el aljibe que refleja la luz de la luna en sus aguas e ilumina suavemente de verde su cara aceitunada”. J.M. Aguirre se adentra en el terreno del psicoanálisis: el verde es símbolo de esterilidad, frustración, muerte, amor, pero amor sin fruto, amargo, equívoco. Carmen Hernández Valcárcel aventura que “la gitana está ahogada desde el comienzo del poema y el agua del pozo la tiñe de verde, aunque poéticamente está colocada en su baranda como antes del suicidio, esperando todavía a su amante”.  A este propósito y en circunstancias de muerte, hay que recordar que el protagonista de otros romances, Antoñito El Camborio, es “moreno de verde luna”.

VALOR DEL DIÁLOGO
El diálogo desempeña un papel fundamental, no sólo por su función conceptual, sino también por su efecto dramatizador y su capacidad de romper la monotonía narrativa.  A través del diálogo, quedan reflejados los personajes y sus actitudes. Los dos personajes activos del poema, el compadre y el joven contrabandista, entablan una conversación que podemos tildar de diálogo de sordos: no se entienden. A esto se añade una enajenación de identidad y de espacio en el tiempo “Pero yo ya no soy yo, / ni mi casa es ya mi casa”, por parte del compadre. La circularidad es ya un torbellino, todo es sonámbulo, la niña probablemente está ya muerta desde el principio, los personajes están envueltos en el verde, trastocados... No se pueden entender.
(El motivo del suicidio es un motivo recurrente en la literatura. El de la gitana de Lorca que aparece en las aguas del aljibe, nos parece que tiene evidente analogía con “La Muerte de Ofelia” en Hamlet de William Shakespeare, donde esta mujer se suicida ahogándose en el agua, a causa del dolor provocado por la muerte de su padre).

PERSONAJES
Además de la voz del narrador, en la que se esconde la del propio autor, aparecen las voces de otros personajes: la del bandolero, el “mocito” y la del “compadre”, que es el padre de la gitanilla. Adentrémonos en los papeles de los personajes citados. La gitana presenta una doble actitud, que se anula por su propia circularidad: activa y pasiva, en la primera parte del poema, cuando espera a su amado sumergida en su propio pensamiento, y pasiva y activa, al final del poema, cuando “se mecía sobre el rostro del aljibe”. El “mocito” encarna el papel de “héroe”, cuyos antagonistas, pasivos y secundarios, serán los guardias civiles; estos también envueltos en el torbellino de la circularidad, en el estado no tan consciente que implica la embriaguez. El “compadre”, activo, tiene un papel secundario, como interlocutor necesario al protagonista para entablar el diálogo; pero siendo especular con el protagonista, el sentido se invierte también en él.

CONCLUSIÓN
Creemos que hemos puesto bastantes ejemplos, como para poder concluir diciendo que la circularidad invade todo el poema, envuelve todo. En primer lugar, al hombre, en su estado de vigilia, el estar despierto, y en el de sueño, el estar dormido. En segundo lugar, el hombre, el gitano, el pueblo gitano y, en definitiva, la humanidad en su propia  realidad y con sus aspiraciones para salir de esa realidad a nivel personal y social. En tercer lugar, lo que esto implica en el juego de las relaciones sociales, en el diálogo con el otro, que ahí es frustración, muerte. En cuarto lugar, aunque no último, la dificultad de la tarea de vivir y su evidente y continua frustración, la muerte.
“Verde que te quiero verde” consigue expresarse como velo que vela una atmósfera mágica y misteriosa, que no es sino la magia de la poesía.

                                             


                                                                                         Francesco Farachi
                                                                                          Elisa De santis
                                                                                          Chiara Rizzelli
                                                                    V °A Linguistico Internazionale


Bibliografía fundamental